El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que ocasiona la muerte progresiva de las neuronas provocando la pérdida de capacidad de las funciones controladas por el cerebro.
Tomó este nombre del doctor Alois Alzheimer, neurólogo alemán (1864-1915) que en 1906 observó cambios en el tejido cerebral de una mujer que había muerto por lo que se pensó que era una enfermedad mental extraña. Estos cambios anormales en el tejido cerebral son conocidos como signos característicos de esta demencia.
En España el número de afectados supera los 700.000 enfermos, cifra que se duplicará en el año 2020.
El avance de la enfermedad provoca un daño neurológico progresivo que puede variar de un paciente a otro. La duración del proceso se estima entre 5 a 10 años.
En la enfermedad se pueden distinguir tres fases:
Fase inicial
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Olvidos más frecuentes de lo que sería normal para su edad: presentan dificultad para recordar. Olvidan algunas cosas: dónde dejó algún objeto, fechas de cumpleaños… En esta fase la persona todavía es consciente de sus olvidos y se angustia y deprime por ello.
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Pérdida de la concentración e interés.
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Confusión en la utilización del lenguaje: Aparecen defectos en la articulación de las palabras y tienen una ligera reducción del vocabulario. Surge dificultad para componer frases coherentes.
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Tienen dificultad para identificar la fecha y el día en el que se encuentran, pierden orientación temporo-espacial: no saben cómo llegar a casa y le asusta salir porque temen perderse.
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Cambios de humor. Tendencia a la Depresión.
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Puede aparecer "Gnosia", esto es, confundir la utilización de un objeto. La persona afectada se hace más introvertida e insegura, piensa que le roban, no quiere reconocer su falta de memoria, se siente infravalorada.
Fase moderada
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No recuerda a sus familiares, carece de memoria reciente, sólo recuerda cosas muy antiguas: su etapa de la juventud, tararea algunas canciones, pero no sabe las letras.
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Comienza con períodos de agnosia (no reconoce a las personas ni las cosas).
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Trastornos severos del lenguaje: El vocabulario se vuelve pobre, sólo repite palabras muy básicas.
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Desorientación de tiempo y espacio: Pierde la orientación temporo-espacial casi por completo.
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Muestra incapacidad parcial para realizar gestos rutinarios: no sabe atarse los zapatos, abrocharse los pantalones…
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Aumenta el grado de Gnosis, no aprecia el peligro de fuego, escaleras, tráfico…
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Sigue con cambios frecuentes de humor, se encierra sobre sí mismo, se produce pérdida de autocrítica y lenguaje, se pueden producir actos obscenos y antisociales, alucinaciones, mioclonos (sacudidas bruscas) y distonías (adquiere postura inclinada). Se puede perder la coordinación y el equilibrio.
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Trastornos de sueño.
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Dificultad para mantener la higiene personal.
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Problemas de incontinencia urinaria y fecal.
Fase avanzada
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Desorientación total en tiempo y espacio.
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Ausencia de memoria: Se pierde totalmente la memoria reciente y la de evocación.
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El vocabulario se reduce sólo a un par de palabras escasas y se suelen decir sin coherencia.
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Pérdida de la identidad personal.
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Pérdida de autonomía y una incapacidad absoluta para realizar gestos rutinarios y mantener coordinación en los movimientos: Precisan ayuda para asesarse, comer y desplazarse.
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Existe un alto grado de apatía y, también se puede presentar estupor y estado comatoso.